El pasado 17 de abril, coincidiendo con los festivos de Semana Santa, un grupo de suscriptores emprendió un viaje que prometía ser inolvidable a uno de los destinos más románticos del mundo: Venecia.

Desde el primer momento, se respiraba en el ambiente una mezcla de emoción, expectativas y ganas de compartir experiencias. Ese primer día lo dedicaron a romper el hielo, conocerse un poco mejor y comenzar a crear los lazos que, sin duda, marcarían el tono de todo el viaje. La jornada culminó con una agradable cena en grupo, donde, entre risas, anécdotas y brindis, empezaron a saborear lo que sería esta gran aventura por tierras italianas.

El viernes amaneció con cielo despejado, ideal para comenzar la exploración de Venecia. Iniciaron el día con un paseo en vaporetto privado que les permitió recorrer los canales desde una perspectiva única y privilegiada. El trayecto les condujo directamente a la emblemática Plaza de San Marcos, corazón de la ciudad, donde fueron recibidos por sus majestuosas columnatas y la imponente silueta de la basílica. Muchos aprovecharon para tomar fotografías, mientras otros escuchaban con atención las curiosidades que envuelven este lugar cargado de historia. Una de ellas es la superstición que aún pervive. Según la tradición, pasar entre las dos grandes columnas que se alzan junto al agua trae mala suerte, pues en tiempos de la antigua República Veneciana era precisamente allí donde se ejecutaba a los condenados.

Más allá de estas leyendas, el día transcurrió de forma espléndida. Quienes lo desearon pudieron adentrarse en los salones del Palacio Ducal, una joya del gótico veneciano. Otros optaron por disfrutar de un paseo en góndola por los canales, perderse entre las estrechas y encantadoras callejuelas o simplemente relajarse con un vermut típico de la región.

El sábado lo dedicaron a descubrir el arte y la tradición que se esconden en las islas cercanas. Primero visitaron Murano, famosa por su cristal artesanal; presenciaron una demostración del minucioso trabajo de los maestros vidrieros, que transforman el vidrio fundido en verdaderas obras de arte.

A continuación, se dirigieron a la pintoresca isla de Burano, cuyo colorido paisaje parece sacado de un cuento. Sus casas de tonos vivos, alineadas junto a los canales, ofrecieron el escenario perfecto para pasear, y dejarse llevar por el ritmo pausado de la vida isleña.

El domingo, los suscriptores se dirigieron a la estación con gran expectación por descubrir Verona, otro de los rincones más emblemáticos del norte de Italia. De aire romántico y espíritu medieval, esta urbe los recibió con su encanto intacto. Un recorrido en autobús turístico les permitió conocer sus principales monumentos y rincones con comodidad, disfrutando de sus plazas, calles empedradas y construcciones históricas.

Como no podía ser de otra manera, hicieron una parada obligatoria en el famoso patio de Julieta, donde se encuentra el célebre balcón que, generación tras generación, continúa inspirando a enamorados de todo el mundo. Algunos aprovecharon para dejar mensajes de amor, otros simplemente contemplaron el lugar con admiración.

El lunes marcó el final de esta experiencia. Cada viajero dispuso de tiempo libre para pasear por las calles venecianas, realizar algunas compras de última hora o simplemente saborear un espresso frente a un canal.